






Una colección de piezas individuales, exploro, experimento, propongo, es la cocina o laboratiro, muchas obras con distinas narrativas pero conectadas por una misma pulsión: explorar lo humano desde distintos ángulos. No hay una narrativa lineal, solo fragmentos, símbolos, intuiciones. Cada obra existe por sí misma, pero juntas forman un mapa emocional en construcción. Cada obra funciona como una manifestación distinta de lo humano, en su forma más ambigua y cambiante. Juntas, estas figuras sueltas construyen una constelación que no busca definir, sino dejar vibrando una pregunta: ¿qué significa habitar un cuerpo, una idea, una forma en tránsito?